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Diseño cotidiano

Diálogo con Claudia Marina

Teórica del diseño, escritora y directora creativa que trabaja en la intersección del diseño y la cultura. Enseña historia y teoría de la arquitectura en la Escuela de Diseño Parsons, The New School, donde es profesora asistente a tiempo parcial.

P: ¿Por qué teorizar el diseño como algo cotidiano? 

A veces parece casi tonto teorizar algo tan simple como el diseño, pero para mí, la teoría no tiene valor si no explica nuestra vida cotidiana. Comencé a pensar en el diseño en estos términos durante mi Maestría en Estudios de Diseño en Parsons, cuando leer y escribir sobre diseño me generó más preguntas que respuestas. Tengo una formación en periodismo, lo cual ha moldeado mi manera de ver el mundo, mi mente está entrenada para encontrar historias en la vida cotidiana y para identificar lo que es potencialmente especial en ellas. Esto me llevó a interesarme en observar mis rutinas diarias como vestirme, maquillarme, cortarme el cabello, preparar un platillo y arreglar flores. ¿Por qué estas cosas no se consideran diseño?

 

Muchas cosas de la vida cotidiana suceden en un continuo de permanencia, de no existir pasan a existir, de ser una herramienta a un objeto finalizado, de ser un medio a una cosa final. A veces literalmente comemos lo que hacemos, o nos lo ponemos, nos lo quitamos y luego lo volvemos a hacer de forma cíclica. Es difícil teorizar el diseño en la vida cotidiana porque no siempre hay un producto mercantilizado o una imagen estática de ello, ya que la vida cotidiana no es estática.

 

La idea de Judy Attfield de "diseño en minúscula" se volvió muy importante para mi propio pensamiento sobre las teorías del diseño, ya que reconoce el diseño como una actividad que puede ser efímera. Pero yo quería explorar la idea de lo efímero más literalmente, como si no existiera el privilegio de un objeto al final de la práctica del diseño. 

Victor Papanek describió el diseño como "limpiar y reorganizar un cajón de escritorio, sacar un diente dañado, hornear una tarta de manzana"; pero ¿por qué no está otorgando ningún tipo de análisis teórico al acto de abrir el cajón y organizarlo? ¿Qué sucede cognitivamente? ¿Cómo se relaciona éticamente con escalas más grandes como el diseño industrial o la arquitectura?

 

La historia del diseño proviene de una línea de la historia del arte que privilegia al objeto y al diseñador, mientras pasa por alto la práctica generalizada. Para mí, lo cotidiano no es solo un factor en segundo plano, así que decidí realmente mirar las prácticas diarias que quizás no se consideran "dignas" de estudio desde una perspectiva institucional. Uno de mis proyectos pasados ​​involucró investigar el acto de cocinar para cuestionar si lo que hacemos mientras cocinamos es lo mismo que podríamos hacer en el estudio, y cómo ciertos contextos o antecedentes, y los conceptos de espacio, materialidad y efemeridad influyen en lo que consideramos diseño. Podríamos considerar cocinar más como una práctica de diseño cuando ocurre en una cocina profesional, de la misma manera que podríamos considerar el diseño como "diseño", y no como artesanía cuando lo hacemos en un estudio en lugar de en casa.

 

El diseño es algo que absolutamente todas hacemos; no lo hacemos todo el tiempo, pero está presente en muchas prácticas de nuestra vida cotidiana. Y lo que sucede en nuestras mentes mientras diseñamos no está reservado a ningún tipo de idea institucional o formalizada de diseño. Tomemos el maquillaje, por ejemplo, tenemos diferentes productos y técnicas que usamos con la esperanza de diseñar nuestro “yo” o un look para un evento, una cita o una entrevista de trabajo. Teorizar el diseño como una práctica cotidiana significa llevar la teoría fuera de la torre de marfil y aplicarla a las partes aparentemente aburridas de la vida cotidiana para intentar explicarlas.

Figura A: Diferentes recetas mostrando diversas formas de hacer flan. Cortesía Claudia Marina.

Figura B: Estudio material del flan, explorando diferentes ingredientes y técnicas para cuestionar qué hace que el flan sea "flan", y cómo este proceso de desarrollar recetas es similar a los procesos de diseño. Foto: Tom Newton. Cortesía Claudia Marina.

Figura C: Claudia recreando el look de maquillaje de una amiga siguiendo sus instrucciones con las herramientas y productos disponibles en ese momento. Ponerse el "look" de otra persona cuestiona si el "look" final es el diseño de otra persona. ¿Al final es Claudia o es su amiga? Cortesía de Claudia Marina. Clip "Mejor Consumirse en 24 Horas" disponible en Youtube.

P: ¿Quién tiene derecho a autodenominarse diseñadora?

Me inclino a pensar si deberíamos eliminar el término "diseñadora", pero no creo que sea posible, porque vivimos en una cultura en la que las denominaciones son útiles para dar identidad a las personas. No obstante, me gusta tener estas conversaciones porque tengo la esperanza de que pueden llevar a formas más justas y equitativas de relacionarnos con otrxs. Gran parte del diseño está ligado al estatus socioeconómico, y a ideas de valor y conocimiento, creo que esto necesita cambiar. 

 

La idea de la persona “diseñadora” no es inherente, es construida por la cultura. En el Renacimiento, el diseño era un boceto o un plan, y se institucionalizó hasta la aparición del diseño industrial. A mediados del siglo pasado, el trabajo de una diseñadora era más de estilismo, pero hoy el diseño se ha fusionado con aspectos de la ingeniería. El concepto de diseño y de quién se considera diseñadora siempre están cambiando, y siempre están vinculados a la cultura. Me interesa mucho hacer visible que el diseño es una práctica que todxs hacen, y explorar en qué casos las personas pueden autodenominarse diseñadoras. Si estamos hablando de diseño e identidad, también creo que las preguntas feministas sobre la diferencia, incluido el género, pero también la raza y la clase, influyen en la distinción entre quién se siente lo suficientemente cómoda como para autodenominarse diseñadora, y qué se le permite a una diseñadora en la sociedad—culturalmente, políticamente—en trabajo, o en una sala en donde puede tener autoridad o no para hablar sobre un tema. También está la pregunta de quién lo permite, y qué tipo de marcadores deben cumplir las personas para ser llamadas diseñadoras, o qué sienten que necesitan ser cuando se les llama de esa manera.

 

Edgardo Giménez, el artista argentino, recientemente dio una entrevista1 en la que mencionó ser un arquitecto autodidacta, pero uno de sus primeros proyectos terminó siendo seleccionado para una exposición en el MoMA en la década de 1970. Fue necesaria la institución del MoMA y la prensa que rodeaba esa muestra para que se viera a sí mismo como "arquitecto". Esa denominación le fue "dada"—casi como un regalo—para ser tomado más en serio. Entonces, ¿"diseñadora" es un adjetivo que alguien más te da? ¿O es algo que te das a ti misma?

 

Creo que todavía no significa mucho dárselo a uno misma, la publicidad todavía juega un papel en la formación cultural de las cosas. Todavía dependemos de otras personas para que nos llamen diseñadoras; y yo también lo siento, no estoy por encima de estas conversaciones. Cuando escribía el ensayo "Sobre autodenominarse diseñadora" incluído en Feminist Designer, todavía no sabía si me consideraría diseñadora, aunque creo que la escritura es diseño.

1 Instituto de Estudios de Arte Latinoamericano (en inglés ISLAA) “Haz lo que quieras: Edgardo Giménez en diálogo con Gonzalo Guerrero”.

P: ¿Cómo podemos democratizar las ideas en torno al diseño?

Creo que la teoría no tiene sentido si no se pone en práctica. He estado involucrada en un taller de la revista Design and Culture que de alguna manera guía a escritores emergentes a través del proceso de publicación, preparándolos para la revisión arbitrada y cosas así. Los otros organizadores del taller y yo estamos ahora teorizando qué significó ese taller, y qué podría significar para el futuro en la exploración de los límites de las conversaciones sobre diseño, específicamente qué otras formas experimentales pueden tomar además de los artículos académicos. Creo que se necesita un grupo de personas dedicadas, en contra de todo pronóstico, para desafiar las ideas normativas y ser lo suficientemente valientes para publicar algo diferente sabiendo que al principio quizás no se tome en serio. Necesitamos promover ideas diferentes no solo a través de publicaciones académicas, sino también mediante publicaciones independientes y populares. Además, es importante aprovechar el peso institucional para legitimar estas diferentes formas de diseño y cómo pueden aparecer ante el público. Creo que esto realmente puede ayudar a democratizar el diseño.

 

Hay otras ideas en el discurso del diseño que intentan responder al tema de la democratización, como el concepto de co-diseño, pero tengo la sospecha de que puede llegar a ser condescendiente. Hay una comunidad, pero siempre está la pregunta de si estás diseñando "para" o "con". Parece que, en general, lo que he visto cuando voy a revisiones de estudio o hablo con arquitectos, los intentos de diseñar "con" consisten en darle a personas una actividad creativa para hacer en un entorno de taller, documentarla, y luego usar esa experiencia como datos, pero sin realmente involucrarse con la comunidad después de eso.

 

Creo que tenemos esta idea de que el diseño hace la vida cotidiana más eficiente, pero la vida cotidiana no es eficiente. La idea de eficiencia quizás también está culturalmente arraigada en la influencia de la industrialización. Entonces, ¿en qué medida estamos pensando en hacer la vida más fácil y eficiente? ¿Cómo podría cambiar eso lingüísticamente? ¿Cómo sigue siendo un tema de género? ¿Qué es más doméstico o formal? Hay momentos en los que no queremos que las cosas sean más fáciles. Puedo decir eso sobre mi práctica de diseño en la escritura. No busco que las cosas sean más fáciles, eso no me ayuda. La producción de teoría del diseño es un proceso largo, y lleva años producir un artículo o un capítulo de libro, no es eficiente ni rentable. Para obtener algo de lo que realmente estoy orgullosa, espero muchos errores, y a partir de esos errores, mucho aprendizaje y sensibilidad. Creo que perdemos mucho de lo cotidiano cuando no tenemos en cuenta eso en el diseño.

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