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Diseño en América Latina

Diálogo con Ana Elena Mallet

Curadora independiente, gestora cultural, investigadora y profesora distinguida del Tecnológico de Monterrey. Su especialización es el diseño moderno y contemporáneo, curó la primera exposición del MoMA dedicada al diseño moderno de América Latina.

P: ¿Qué caracteriza al diseño en América Latina? 

El diseño en América Latina se institucionalizó como disciplina formal, académica y profesional hace apenas 70 años, con la aparición de las primeras licenciaturas y carreras técnicas de diseño. Entonces, creo que hay una reflexión histórica, regional y disciplinar que no hemos asimilado, y que nos falta por hacer. Han surgido críticas de que el diseño en América Latina es derivativo, es decir, que siempre está viendo hacia el norte o hacia el occidente, tratando de copiar modelos y tropicalizarlos. Pero en realidad, el diseño latinoamericano sigue sujeto a las tensiones de la modernidad, y creo que nos falta entender esa perspectiva histórica. Por eso, creo que hay una parte muy importante en la que debemos crear, forjar y promover una cultura del diseño en América Latina que se ancle en la historia, que realmente la desmenuce, y que la entienda, para poder analizarla a la luz de las reflexiones del presente. 

A mi me gusta hablar de “los diseños”, de la moda, la joyería, los textiles, y las artesanías. En América Latina, encontramos un arraigo profundo en lo artesanal, en la creación manual y en el uso de materiales tradicionales. El “diseño” y la “artesanía” comparten una genealogía, y su posterior bifurcación me parece más política que social o cultural. Por poner un ejemplo, una olla de barro del mercado de Tlacolula sigue siendo diseño y se utiliza para cocer frijoles, pero en otros momentos se considera una artesanía y tiene con una connotación distinta. En casos como este, yo siempre regreso a lo que Clara Porset decía en 1952 que si logramos maridar industria, diseño y artesanía, vamos a llegar a un diseño verdaderamente propio.

También hay una parte de búsqueda de identidad anclado a lo nacional, y creo que ahí todos nuestros países latinoamericanos son similares. Yo discuto mucho con mis estudiantes sobre si hay que hacer buen diseño, o “buen diseño mexicano”, o” buen diseño latinoamericano”. Yo sostengo que hay que hacer buen diseño, y un buen diseño tiene que responder a lo local, tiene que estar anclado en el territorio, considerar los materiales, y hoy más que nunca, responder a las condiciones ambientales. Hoy hay otras consideraciones que quizás en el momento de los Eames, o incluso Clara Porset, no eran tan relevantes. Cuando empezaba la globalización, hablábamos de un diseño masivo, de producir en millones para que llegara a millones, y ya nos dimos cuenta que eso no es sostenible. Como diseñadora al igual que como escritora, tienes un lector implícito y estás resolviendo una necesidad específica. No existen sociedades homogéneas, por tanto, se tienen que segmentar los mercados y nutrir las diversas perspectivas de diseño.

 

Buen diseño no es hacer sillas de Chac mool, o sillas de plástico termoformado que ya se hicieron en otros momentos más oportunos. El no tener una perspectiva histórica sobre el diseño en América Latina me parece muy grave, porque entonces no contamos con herramientas para entender el diseño. Creo que ahí hay una parte muy importante, y una parte que en mi trabajo me ha ocupado mucho, porque creo que si no sabemos de dónde venimos, es difícil poder proyectar quiénes somos o qué queremos ser. 

Figura A: Vista de la instalación de Creando Modernidad: Diseño en América Latina, 1940–1980, en exhibición en el Museo de Arte Moderno desde el 8 de marzo hasta el 22 de septiembre de 2024. Foto: Robert Gerhardt

Figura B: Clara Porset (mexicana, nacida en Cuba, 1895–1981). Butaque. 1957. Madera laminada y mimbre tejido, 73 × 65.6 × 84.9 cm. Museo de Arte Moderno, Nueva York. Donación de The Modern Women’s Fund. Imagen digital © 2024 The Museum of Modern Art, Nueva York

P: ¿Cómo interactúan las visiones de modernidad y tradición al hacer diseño?

Durante la modernidad, a la par de los avances en la ciencia y tecnología, el diseño se vió sujeto a una serie de tensiones. Por un lado, el diseño latinoamericano buscó lo contemporáneo, pero también trató de asirse a la tradición; buscó ser internacional, pero también trató de desarrollar un lenguaje local; buscó ser industrial, y al mismo tiempo se ancló en lo artesanal. Y hoy, estos binomios culturales siguen activos. La modernidad latinoamericana es muy distinta de la modernidad occidental que nos contaron. Incluso el Museo de Arte Moderno (MoMA) de Nueva York promovió una idea de modernidad hegemónica que parecía única, y ahora nos damos cuenta que hay muchas modernidades. 

 

Es difícil hablar de una única modernidad latinoamericana, porque creo que hay variaciones y ajustes en cada uno de los territorios de acuerdo a su idiosincrasia, y a sus condiciones económicas, políticas y sociales. No obstante, estos territorios latinoamericanos tienen una característica muy fuerte en común, y ahora la veo mucho más arraigada, que es la parte de la artesanía o lo manual como forma de resistencia y de resiliencia. En el momento en el que nos abrimos a la globalización, la utopía industrial y desarrollista que teníamos en Latinoamérica no funcionó, porque no podíamos competir con las transnacionales, las políticas globales, y otras infraestructuras internacionales. Pero resistió y resiste lo hecho a mano, lo basado en la tradición, los talleres artesanales; este diseño híbrido que es entre semi-industrial y semi-artesanal, que se ancla en el territorio con materiales locales. En muchos foros internacionales como la semana de diseño de Milán, se puede ver que hay una vuelta muy preponderante a los materiales artesanales y a lo hecho a mano. Y en esto, América Latina es clave y nodal, porque tiene que ver también con entender la riqueza de biodiversidad y biomaterial de nuestros territorios. 

P: ¿De qué manera se diseña una exposición de diseño? 

Hacer la curaduría de la exposición “Creando modernidad: Diseño en América Latina, 1940-1980” en el MoMA fue muy significativo por muchas cosas, pero una de ellas fue que pude conocer a Gui Bonsiepe, que para mí siempre había sido un referente. Cuando le pregunté si él sentía que el diseño hoy estaba en crisis o en decadencia, me dijo “hemos dejado de lado entender el diseño como una disciplina proyectual”. El diseño como proyecto tiene muchas etapas y el diseño como proyecto, se proyecta. Una exposición se proyecta, se planea, se investiga, se desarrolla y después se ejecuta, y muchas veces esos pasos no son uno tras otro. Quizás proyectaste de una cierta manera, pero resulta que el prototipo no funcionó y tienes que regresar. O quizás apareció una nueva alternativa y se toma otro camino. Sin duda, hay un proceso muy importante de diseño y un proyecto de diseño detrás de una exposición. 

 

Como en todo proceso de curaduría hay un proceso de visión, por ende, una visión subjetiva, lo cual hace que inevitablemente dejes cosas fuera a la hora de elegir piezas. Esto es algo que yo tengo muy asumido, es lo que he aprendido y lo que a mi me interesa. En la exposición de “Una modernidad hecha a mano" en el Museo Universitario de Arte Contemporáneo (MUAC) dejé fuera a muchas personas porque tuve que elegir lo que encontré, porque no encontré muchas piezas, o no me prestaron la única que existía. En estos procesos, me he dado cuenta lo difícil que es encontrar no sólo piezas, sino también fotos de mujeres diseñadoras, y ahí hay un nivel de invisibilización importante. De ahí surge también la idea de hacer una exposición de “Diseño en Femenino”, de presentar un diseño hecho por mujeres y entendido por mujeres y contado por mujeres, y también contado por hombres. Creo que es muy importante el diseño contado por mujeres y visto por mujeres, porque se enfrentaron a consideraciones completamente distintas y, aun así, hicieron muchísimas cosas. Desde entender estas duplas o parejas creativas que trabajan en tándem, en un momento en que no había todas estas reflexiones de género; y hasta reflexionar sobre la domesticidad y la cultura de cuidados. Creo que como disciplina nos falta tener muchas reflexiones desde una perspectiva histórica. 

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