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Diseño narrativo

Diálogo con Dahlia de la Cerda

Narradora, activista y filósofa. Ha trabajado como editora de noticias internacionales y como vendedora de Avon, rosas negras en la calle y de ropa de segunda en un tianguis. Escribe novelas, ensayos y columnas, ayuda a otras en Morras Help Morras.

P: ¿Cómo se diseña desde la escritura?

Es muy variado. He escuchado a muchas escritoras decir que ellas se van directamente a escribir sin un proyecto previo, pero yo estructuro todo, fácilmente trabajo más tiempo en diseñar un libro que en escribirlo. Para “Medea me cantó un corrido”, mi libro más reciente, pasé estructurándolo en mi cabeza entre 6 y 8 meses, hasta en el gimnasio estaba pensando y diseñando a mis personajes. Pensé cómo sería Medea si viniera a México y la imaginé como una mujer artista que estaba muy enojada porque el vato que le dijo que la amaba le mintió. También diseñé su físico y cómo se arreglaría, decidí hacerle sus trenzas africanas, ponerle unas arracadas y uñotas largas. Para cada uno de mis personajes diseño cómo se ven, cómo va a ser su personalidad, que les gusta, cómo hablan, cuáles son sus pisos políticos y sus pisos éticos. 

 

Me pasa lo mismo con la historia, yo trabajo incluso sobre escaleta. Empiezo con una idea: la historia de una chica que aborta porque su novio está desaparecido. A partir de la idea empiezo a desarrollar el detalle, pienso en quién es esta chica, cómo se llama, dónde vive, quién es su mamá. Después construyo la escaleta de cómo van a pasar las cosas, qué está haciendo la chica, cómo aborta, quién la ayuda, cómo es su pasado y cómo es su vida actualmente. Y luego a cada una de esas cosas le voy haciendo un diseño: describo la colonia en la que vive, su vida familiar y todo su mundo narrativo. Para mí el trabajo de escritura es un trabajo de diseñar, de mucho pensar y de estructurar. 

 

La mayoría de las veces el problema de enfrentarnos a la hoja en blanco es que no tenemos una estructura. Se piensa que hay que estar inspirada para escribir, pero la realidad es que necesitamos saber estructurar nuestras ideas. La inspiración es, como dice un rapero, para novatos. Lo que tenemos que saber hacer es estructurar una idea y de ahí viene tunear la idea: elegimos al narrador, la mirada y la voz narrativa. Creo que también es importante diseñar un equilibrio entre la forma y el fondo, en donde los textos estén bien escritos, pero que las anécdotas sean muy redondas. Yo siempre procuro trabajar primero el fondo para tener bien clara la historia, los personajes y sus motivaciones. Podemos encontrar un texto excelentemente bien escrito pero que no tiene anécdota, y si no transmite nada, la forma no es suficiente. 

P: ¿Diseñar y escribir son actos políticos?

 

Creo que trasladar mis posicionamientos y preocupaciones políticas a la literatura implica un diseño. Yo tengo mis posturas políticas y las tengo muy claras. Por ejemplo, soy antirracista, me preocupa el racismo en la sociedad, pero para trasladar eso a la literatura tengo que diseñar cómo hacer que mis palabras resuenen. Si yo en un texto literario escribo “el racismo es una mierda y no debería de existir” suena panfletario y suena mal. Entonces tengo que diseñar cómo voy a decir eso mismo a través de una historia, ya sea que mi personaje lo diga, o sean todas las cosas que le pasen a este personaje lo que nos haga reflexionar que vivimos en un país racista y no está chido. Para hablar de gentrificación, quizás agarro la historia de unas personas de un barrio popular a quienes desalojan de su casa familiar para construir un edificio de departamentos, como está pasando mucho en Aguascalientes. Me interesa visibilizar ciertos temas y las historias me permiten hacerlo. 

 

Que solamente determinadas historias o determinados temas se consideren material literario es algo muy clasista, muy racista, y muy cerrado. Recientemente di un taller de autobiografía para mujeres en un penal, pero en realidad era una excusa para darles un espacio de escucha activa, para que pudieran contar sus historias de vida sin ser juzgadas. A la hora de estar ahí platicando, nos dimos cuenta que perfectamente todas las historias que contaron podrían ser material literario, lo único que les faltaba era adaptarlas a un modelo literario. Una de ellas, que fue la que más me impactó era una clásica historia de amor de chica conoce chico. La chica robaba porque tenía un uso problemático con drogas y conoció al chico porque él le compraba lo robado, hasta que un día él la salvó de la policía. Después ella entró en conflicto con la ley y acabó presa, pero diez años después, él va a verla cada día de visita, aunque hace dos horas en el trayecto. Lo único que le falta a esta historia es el diseño de una estructura narrativa que sea aceptada, no tanto en el canon, pero que sí tenga los elementos necesarios que se requieren para contar una historia. 

 

Cualquier persona puede escribir y dedicarse a la literatura. Sobre todo si hablamos de autoficción, autobiografía y testimonio, que también son géneros literarios, cualquier persona puede hacerlo. Todas las personas tenemos historias que contar. 

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Meme para anunciar el “taller de narrativa para empezar”, más información en dahliadelacerda.com.mx. Cortesía Dahlia de la Cerda.

P: ¿Dónde se diseñan las narrativas alternativas? 

Siempre en todos los espacios periféricos y subalternos han existido formas alternativas de diseño. Por ejemplo, en la barda de mi azotea hay vidrios cortados como método de seguridad para que no se brinquen a la casa. Hay otras estéticas propias de los contextos periféricos, en la mayoría de barrios hay una virgen de Guadalupe en las esquinas, o murales para homenajear a las personas del barrio que han muerto, o hasta tenis colgados en los cables, y todas estas son maneras de tunear las calles y darles una identidad. 

Desde tiempos ancestrales han existido formas alternativas a la academia, a lo hegemónico, a lo que se conoce como el arte, o a los oficios que están legitimados. Y desde la literatura creo que han estado surgiendo poco a poco muchas formas de resistencia y tienen que ver con hablar de la experiencia propia.

Los últimos días he estado entrevistando a chicas reggaetoneras y me sorprendió que tres de ellas me contaron que ellas querian ser escritoras. En su contexto no había escritoras, pero sí raperos, entonces asociaron la escritura al rap y empezaron a desarrollar el oficio de escribir para trasladarlo a la música. Esto desde luego es diseñar, integrar rimas a un beat, o al revés, hacer rimas para un beat, es diseñar. Detrás de todos estos géneros o formas de expresión que vemos como marginales, como el graffiti, el rap, el reggaetón o el cumbiatón, hay un diseño y una estructura. Muchas veces estos diseños no están dentro de los cánones de lo que entendemos como bello, estético o correcto. Pero existen y resisten otras estéticas a nivel de los barrios, y afortunadamente cada vez se están normalizando más.

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